A Andrés Ortiz-Osés. In memoriam

Te recuerdo, Andrés, en aquel pasillo de la Universidad de Deusto con tu sonrisa de niño y tu ingenio en la mirada, filósofo en zapatillas de paseo, a punto de aforismo y paradoja.

Descansa en paz, incansable hermeneuta de lo invisible en lo visible.

 

La solución por disolución

– El problema indefinido de la vida se resuelve así en su finitud (la muerte): el problema final de nuestra existencia se resuelve finalmente en su final (abierto en canal).

– La clave simbólica de semejante operación disolutoria es el amor que se resuelve disolviéndose en la tierra madre: fructificando simbólica y realmente a través de su disolución amorosa a modo de ofrenda u ofertorio ambivalente a la divinidad del amor (el dios-amor).

– La muerte como inmanencia abierta a la trascendencia: apertura radical.

– La vida tiene la gracia de vivir y la desgracia de morir: la muerte tiene la desgracia de morir y la gracia de no morir más, así pues de transvivir.

– La vida resuelve la trascendencia del nacimiento en el día a día inmanentemente: y la muerte resuelve la inmanencia del morir en la trascendencia del más allá o más acá.

– Dioses y mesías, profetas y santos han falsificado la trascendencia como un más allá exterior: pero la trascendencia es el más acá interior de la inmanencia, lo invisible de lo visible (intra-trascendencia).

– Aún no descansamos pero descansaremos: aún estamos en guerra temporal, pero alcanzaremos la paz perpetua.

– La pregunta ontológica o radical es por-qué hay algo: y la pregunta humana o antropológica es por-qué hay alguien.

– Dios mío, ya fui feliz en este mundo: ahora que lo sea el otro.

– La derrota luminosa de todas nuestras vidas (B. Méndez sobre M. Robinson).

– Un día descansaré del todo: yecto y yerto, pero no abyecto.

– Soy el equilibrista pos-nietzscheano escapado de la academia: y oscilando entre los contrarios.

(Andrés Ortiz-Osés en www.atrio.org el 21 de abril de 2021)