¿A quién rescatan?
A medida que pasan los días y nos leen la letra pequeña, se confirma lo que todos, por mero sentido común, sabíamos y temámos: hemos sido rescatados.
Dice el Gobierno que no. Hacen malabarismos, pronuncian eufemismos, profieren mentiras. No ha sido un rescate, dicen, sino una “asistencia financiera” a la banca. ¿Asistencia financiera? Es el peor rescate que nos podían aplicar. Pues quienes antes no lo sabíamos, en estos cuatro años ya lo hemos aprendido: “sistema financiero” significa especular y robar, y es la madre de todas las bancarrotas y quiebras.
¿Hemos sido rescatados? No, ha sido rescatado el sistema financiero, y esa es la peor noticia. Paul Krugman, Premio Nobel de economía, lo ha dicho muy clarito: “La economía se hunde, el paro se dispara, los bancos tienen problemas, los Gobiernos se apresuran a acudir al rescate; pero, por alguna razón, se rescata solo a los bancos, no a los parados”. No nos dicen la razón, pero la intuimos: este sistema da a Grecia ya por perdida para el euro, pero saben que si pierden a España se acabó el euro y todo su sistema financiero.
Pues bien, el rescate de este sistema financiero, dominado por la especulación, significa que los ciudadanos hemos sido vendidos o que lo seremos. Todos: parados y trabajadores, jóvenes y jubilados, enfermos y sanos. No olvidemos la historia. Una y otra vez hemos rescatado a los bancos especuladores; ellos, una vez rescatados, nos han vendido, como los hijos de Jacob vendieron a su hermano José el joven soñador, intérprete de sueños; primero lo arrojaron al fondo de un pozo profundo, y luego lo vendieron por veinte miserables monedas de plata a una caravana de mercaderes del desierto. Es nuestra historia.
Dicen que “finanza” viene del francés arcaico finer, que significaba pagar. Pero salta a la vista que finer, a su vez, viene de fin. Este sistema financiero nos lleva al fin. ¿Rescatarlo? Déjenlo que se hunda, antes de que nos hunda a todos. Cuando los bancos ganan, solo unos pocos –los especuladores– lo ganan casi todo; cuando los bancos pierden, pierden todos menos esos pocos especuladores; ellos siguen ganando dinero, y no tienen reparo en sembrar el pánico para hacer caer a un banco y ganar más en otro. Privatizan las ganancias y socializan las pérdidas. Son ellos los que manejan este sistema financiero. ¿Rescatarlos?
Si creyera en la cárcel, pediría que encierren en la cárcel para todos los banqueros y especuladores. Pero no creo en la cárcel. Que nadie vaya a prisión, pero que devuelvan todo lo robado, y que luego les den un pisito normal y un sueldo como el de todos, y que estudien otra clase de economía y aprendan de nuevo a ser humanos, a ser más felices con menos, como tanta gente buena y feliz.
Y que nos digan la verdad de cómo hemos llegado hasta aquí, de cómo la pura e insaciable codicia se apoderó de los bancos; de cómo en el año 1998 el gobierno de Aznar aprobó aquella ley del suelo y del ladrillo, y todo el mundo corrió a comprar lo que no podía pagar; de cómo se hinchó la gran burbuja, llena de corrupción, de basura y de deuda, burbuja que el gobierno de Zapatero no quiso pinchar.
Basta ya. Que sometan a la banca, para que no nos sometan más. Y que nos saquen del euro, si el euro va a ser esto. Que podamos seguir soñando, como siguió soñando y salvando a sus hermanos José el soñador, como soñaba el Espíritu o la Sabiduría cuando jugaba con la bola del mundo al principio de los tiempos. Que podamos respirar. Que podamos esperar. Que podamos espirar un poco de aliento y frescura, como el aire de esta mañana que remueve y refresca las surfinias del balcón.
(Publicado el 17 de ciciembre de 2012)