Accion en paz

¡Hola, amigos,amigas!

El pasado domingo por la noche recibí un e-mail que me hizo reír y me dio qué pensar. Se llama Mónica. Es madre de dos hijos de 8 y 10 años, profesora de colegio, y alumna de teología en Deusto. ¿Que cómo puede ser? Pues hay muchos así, sobre todo muchas (por ese misterioso generador de energía inagotable que la naturaleza y las circunstancias han desarrollado en vosotras). Así pues, de lunes a jueves, sus hijos no gozan de ella cuanto quisieran. Hace poco contó en clase que su hija de 8 años le dice: “Ama, pero ¿para qué tienes que ir a la Universidad, si tú ya sabes todo sobre ese Jesús cristiano?”. Su hijo de 10 años ya es un pequeño agnóstico, y que su madre ande en esas cosas lo entiende aún menos que su hermana pequeña.

Algunos días, a las 8 de la noche, que es cuando tiene clase conmigo (de cristología, precisamente), le noto un poco de ojeras, pero sus ojos siguen siendo de azul claro, cuando lo normal serían que a esas horas fueran agujeros negros sin el menor rayo de luz. Al terminar la clase, a las 21,00 horas, no le deben de sobrar muchas fuerzas, pero aún le queda buen humor y brillo en los ojos, y seguramente le quedan aún muchas cosas que hacer cuando llegue a casa. Pero allí le espera su hija de 8 ocho años y su hijo de 10, y ojalá que un buen marido, y todo puede volver a su sitio, y puede hacerlo todo y puede descansar de todo. ¡Bendita sea la vida y su armonía natural, y el Espíritu que la anima y hace que todo vuelva a su ser! Su verdadero ser no es otro que la paz

Bien, volvamos al comienzo. El domingo por la noche, Mónica me envió un trabajo de clase, y unas palabras que me hicieron reír y me dieron qué pensar: “Dios nos mandó descansar el séptimo día, pero ya hemos aprendido que no hay que leer la Biblia a la letra. No sé si hemos adelantado mucho”. Aguda y sabia observación.

Andamos todos muy agobiados, y a veces olvidamos respirar. Estos días, al revisar de prisa, claro está la traducción del Tao Te King al euskara, he reparado de nuevo en esos sabios consejos de hace 2.500 años: “El Tao no hace nada, pero nada se hace sin él. Sin que él haga nada, nacen todos los seres. Nada guarda para sí, y nada niega”. Lo mismo vale para el sabio: “Realiza su tarea sin apego y, como a nada tiene apego, nadie le puede quitar nada”. Y esta otra máxima que bien pudiera ser la traducción china del santo mandato del descanso sabático: “Haciendo sin hacer, todo vuelve a su ser”.

Pero ¿es que el Tao y Dios son lo mismo?, me preguntó hace unos días un ateo sin fisuras con el que últimamente vengo “debatiendo”. Yo le contesté: Para poder contestarte, tendría que saber exactamente qué es el Tao y qué es Dios. Gracias a Dios no lo sabemos, y podemos descansar en el misterio. El Tao es la fuente profunda de todo y la esencia oculta de todo. Dios es la fuente profunda de todo, la esencia oculta de todo. El Tao es el misterio de los misterios (“el Tao que se puede expresar no es el auténtico Tao”). Dios es el misterio de los misterios que todo lo envuelve y hace que todo sea “como un niño en brazos de su madre”.

Dios y el Tao dicen los expertos que se ha de escribir Dao, con lo cual hasta suena más a Dios. Cuentan que una tarde, a Toynbee, famoso investigador de las civilizaciones, le preguntó su hijo: “¿Tú crees en Dios?”. Toynbee hizo un largo silencio. Luego respondió: “Creo en Dios, si es que la fe de los hindúes y taoístas cabe en la fe en Dios. Pero pienso que la mayoría de los judíos, cristianos y musulmanes no lo aprobarían y afirmarían que ésa no es verdadera fe en Dios”. Seguramente, eso diría la mayoría. Pero Dios no es necesariamente lo que piensa la mayoría.

No obstante, hay una afirmación del Dao De Jing que me crea problema: “El Dao no tiene sentimientos”, afirma. Se entiende la razón y la intención última de esa afirmación, y puede ser aceptable. Pero yo no diría: “Dios no tiene sentimientos”. Tal vez tampoco diría: “Dios tiene sentimientos” , quiero decir esos pobres sentimientos inacabados como los nuestros, sentimientos que nacen, sentimientos que expiran, sentimientos que cambian, sentimientos que se niegan, sentimientos que hieren, sentimientos que a veces se resienten. Emociones con apego. Más bien diría: “Dios es sentimiento. Dios es alegría. Dios es compasión inmensa. Dios es paz sin límite. Dios es palabra de ánimo. Dios es paráclesis, es consuelo. Dios es presencia que absuelve, bendice, afirma, conforta y hace libre. Dios es puro corazón desapegado, que nada retiene para sí y al que hace plenamente feliz el darse”. ¿Y cómo podríamos vivir sin eso? ¿Cómo podríamos sin Él volver una y otra vez a la paz de nuestro ser verdadero?

¡Que Mónica y todas las gentes atareadas descansen en Dios, como una madre descansa en sus hijos, cuando los hijos descansan en su madre! Y me lo aplico a mí el primero en todo mis agobios.

Un fuerte abrazo a todos. ¡Paz y bien!

¡Paz y bien!

(Publicado el 14 de noviembre de 2007)