Cómo nació la guerra

Dos monjes llevaban muchos años juntos y nunca habían discutido entre ellos.

Un día cayeron en la cuenta de ello y quedaron sorprendidos. Se dijeron que no podía ser, que tenían que conocer la experiencia de tanta gente que se pelea; de otro modo no podrían comprenderlos ni ayudarlos.

A uno de ellos se le ocurrió lo siguiente: tomaría una piedra y agarrándola con firmeza diría que era suya; el otro haría como si también la quisiera y negaría que fuera del primero, porque había sido él quien la había visto antes, y así se pondrían a discutir. A su compañero le pareció muy bien la idea. Y empezaron.

El primero tomó una piedra y dijo: “¡Es mía!”. El otro le respondió: “Bueno, si dices que es ruya, será tuya. Quédate con ella”. No sabían cómo continuar la discusión. Intercambiaron los papeles, pero volvió a pasar lo mismo.

Finalmente lo dejaron correr, descubriendo que las discusiones, las disputas y las guerras entre los humanos comienzan cuando alguien empieza a decir: “Esto es mío”.