El violín y el ruiseñor
En homenaje a Pello Zabala (+ 2-02-2022, Arantzazu)
“Érase una vez un violín que oyó cantar a un ruiseñor. El pajarillo producía unos registros inauditos para el violín: gorjeos, trinos, gorgoritos agudos y alegres.
El violín tuvo envidia y quiso cantar como el ruiseñor; al ver que no podía imitarlo, le preguntó: “Tú, de qué estás hecho?”. El pajarillo le respondió: “¿Y tú?”.
El violín, que había tocado delante de reyes, manejado por las manos más virtuosas de la época, se molestó por la insolencia del ruiseñor y le respondió: “Yo estoy hecho de la más fina haya alemana, mis cuerdas están bien templadas, tengo sesenta y nueve piezas, y no hay dinero para pagar el arco que obtiene mis notas timbradas y brillantes”.
El ruiseñor siguió cantando, el día era soleado, y tenías ganas de mostrar al viento primaveral que en un rincón del bosque, entre brezos y jarales, se puede oír el mejor concierto.
El violín insistió: “Pero ¿de qué estás hecho?” Entonces el ruiseñor le contestó: “Yo tengo el alma de la música”. Y comenzó a volar…”
(Ignacio Nüñez de Castro)