Los ojos de Jessica

Cuenta la tradición judía que, al ver la desdicha de Adán y Eva en aquella desolada tarde en que tuvieron que salir del paraíso, Dios se sintió inundado de pena y dio a nuestros “primeros padres” las lágrimas para consuelo. Pienso que fue Dios quien rompió a llorar primero y las lágrimas fueron su único alivio, y no pudo menos de regalárselas también a ellos. Fue así como un día se debieron de llenar todos los mares. Y desde entonces, Dios y todas las criaturas compartimos la misma desdicha y el mismo consuelo, la amargura y la dulzura del mismo llanto. ¿Cómo podrían consolar las lágrimas, si no fuesen también divinas?

Pero ¿todos los mares de lágrimas bastarán para consolar tantos océanos de pena? La esperanza es a menudo como una casita de pobres derrumbada por un seísmo. Pero a veces, entre los escombros, aparece una pequeña luz en unos ojos pequeños y negros.

Ayer vi los ojos de Jessica. Jessica Haterlin, una niña haitiana de seis años, con dos ojitos negros llenos de luz. Ha pasado seis días en el infierno de Haití tras el seísmo, enterrada en los escombros de su casita, a oscuras y sola, apartada de su madre, llorando desconsolada. Pero ha sido rescatada con vida y aún es capaz de sonreír. ¡Esos ojos negros de Jessica, llenos de luz, que la noche sin fondo de todos los escombros no han podido apagar! ¡Esa santa sonrisa de Jessica, que la soledad más cruel y los gritos más desesperados no han podido ahogar!

La luz de esos ojos negros de Jessica revelan toda la tragedia y todo el milagro de la vida, el destello de la esperanza contra toda esperanza. La sonrisa tímida y limpia de Jessica revela el misterio del llanto y del gozo de Dios. Y uno no puede menos de volver a aquellas terribles palabras que fueron pronunciadas hace unos días por un Monseñor: “Si se mira bien desde una perspectiva teológica venía a decir, la increencia de nuestra sociedad es peor que el dolor de los pobres muertos y heridos por el seísmo de Haití”. Pero, ¡por Dios!, ¿qué teología, qué “palabra sobre Dios” es ésa? ¿Qué o quién es Dios? ¿Dónde está Dios? ¿Qué es lo que importa a Dios, si Dios existe? ¿Y qué es lo que ha de importar al creyente, si verdaderamente lo es? ¿Qué es “teología”?

Creo que los ojos de Jessica enseñan la teología más verdadera. Los ojos de Jessica enseñan por qué se han derrumbado innumerables casas de pobres y no se han derrumbado las casas señoriales de unos pocos ricos. Y saber eso es teología. Los ojos de Jessica desvelan de dónde procede la miseria de Haití, por qué cuando Colón llegó a la isla en 1492 había allí medio millón de indígenas taínos y veinte años después habían muerto casi todos, por qué repoblaron el país con esclavos africanos, a dónde fue a parar el oro de la isla, por qué la industria azucarera nunca el azúcar ha sido tan amargo acabó por deforestar los montes “Haití”, “tierra de montes” y por agotar la tierra, por qué más de la mitad de la población vive o muere con menos de un dólar por día, por qué Haití era ya un infierno antes del terremoto. Y descubrir todo eso es teología. Los ojos de Jessica denuncian por qué en Haití no hay gobierno, por mandato de quién han sido asesinados o depuestos tantos presidentes, por orden o por interés de quién han sido puestos otros tantos presidentes. Y todo ese saber es también teología. Los ojos de Jessica revelan qué es Dios, dónde está Dios y lo que a Dios importa. Dios es compasión infinita de la vida e infinita sonrisa de la vida. Dios ha muerto en las ruinas de Haití, y ha resucitado en la sonrisa de los ojos de Jessica. E importa muy poco la llamada “fe” o la llamada “increencia” de nuestra sociedad. Importa la misericordia y la solidaridad que resucitan a Dios en la vida y el mundo.

Nos lo enseñó también Jesús. Jesús nos dijo: “El ser humano no está hecho para el sábado la religión, sino el sábado la religión para el ser humano” (Mc 2,27). Jesús nos dijo: “No entra en el Reino de Dios no está con Dios, no encarna a Dios el que dice ‘Señor, Señor’, sino el que hace su voluntad” (Mt 7,21). Jesús nos dijo: “Lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40). Jesús nos dijo: “Misericordia quiero, y no sacrificios no templos, no dogmas” (Mt 9,13). Eso es teología. Jesús se resistió a ser confesado “Dios” y no toleraba que nadie lo dijera, porque “Dios” es el término más equívoco y peligroso. Jesús no se dedicó a hablar sobre Dios, sino a curar cuerpos y almas, y así revelaba a Dios, y cuando hablaba sobre Dios todos podían comprender que es Belleza, Compasión, Curación y Consuelo.

Jesús nunca dijo “Si no creéis en Dios, estáis perdidos”, sino que dijo: “Sed misericordiosos como Dios es misericordioso” (Lc 6,36). Y así nos enseño toda la teología, como los ojos de Jessica. Porque sólo la misericordia logrará que las lágrimas consuelen todas las penas.

(Escrito el 21 de enero de 2010, durante el tiempo de silencio impuesto. Inédito)