Guiño y sonrisa a familiares y amigos que no olvidamos…

¡Navidad!

Ni Marcos ni Juan quisieron imaginar el nacimiento de Jesús, pero Mateo y Lucas sintieron la necesidad de evocar la ternura de un nacimiento. Como dice la canción “podemos vivir sin riquezas, pero no sin ternura… podemos vivir sin gloria, pero no sin ternura…”

Empecemos por los pastores de Lucas: hay poco pasto en las cercanías de Belén – Judea no es la Galilea verde–, pero ahí están las ovejas. Es de noche y los pastores vigilan sus rebaños. Algunos copos … (olvidamos que a veces nieva también en Palestina). Pregúntale a la gente de Gaza: te dirán ¡qué frío hace! Pero esa noche los ángeles andaban agitados y algunas plumas se mezclaban con la nieve ligera. Entonces la nube pasó y el cielo se iluminó…

Aguardar en la noche es esperar… No muy lejos en el albergue no queda más espacio. Solo el establo puede aún acoger, y allí nacerá Jesús. Heno y paja, calor animal. Un establo siempre está tibio. Aliento… silencio… solo interrumpido por respiraciones y temblores.

Los pastores escuchan melodías celestes: ¿quién visita la tierra con tanta dulzura?

Vamos al pesebre, pongamos paja reciente… ¡Nos ha nacido un niño!

Pero no olvidemos a los Reyes Magos que vendrán un poco más tarde… (¡Se han ido a Donostia, los vio Monseñor!). Vienen de Oriente, con el paso engomado de sus sólidos dromedarios. Aquí están sus ofrendas para el nuevo rey del mundo: Oro, que brilla y le hace a uno poderoso. ¿Incienso? ¡Ah! Es divino para las liturgias, y huele bien. Pero el niño tose. ¿Una leve alergia? En cuanto a la mirra, ¡qué símbolo! No lo necesitarás, Jesús: ¡serás más rápido que los embalsamadores!

Es bonito un belén. Vamos a ponerle algunas luces, unas lamparillas que falta nos harán… mientras amanece…

Rose-Marie Barandiaran, noche de Navidad 2020