Solo el respeto y la compasión

Hola, amig@s:

El aire y las nubes de Arantzazu no saben si ponerse ya de invierno o seguir aún de otoño. Conocemos bien esas vacilaciones. Pero ellos, el aire y las nubes, no vacilan. Las nubes cambian el aire, el aire lleva a las nubes, y están de acuerdo consigo y entre sí. Son en cada preciso instante perfectamente lo que son, sin arquetipos ni parangones. A los pobres humanos, tan complejos y débiles débiles por complejos nos pierden a menudo los arquetipos y parangones. Y crece la inquietud y disminuye la dicha. Jesús nos dice: “No te inquietes por el mañana, ni por la hora de después, ni por aquello que has hecho, ni por lo que tienes por hacer. A cada día y a cada momento le basta su cuidado. Y cada día y cada momento, Dios os cuida enteramente”.

Eso no quiere decir cerrar los ojos, sino mirar bien, contemplarlo todo con ojos de paz, con sentimientos de paz. Cuidarlo todo con la mirada y el corazón, como Dios lo cuida todo. Nos toca encarnar el cuidado de Dios sin angustia. Y vuelvo a pensar en los dos nardos de la terraza, tan juntos y tan distintos los dos.

No es fácil mirar y cuidar la realidad sin angustia. Pero es la sabiduría. Mirar y cuidar, por ejemplo, este clima político tan áspero e irritado que vivimos. Perdonadme, una vez más, que haga unas consideraciones, sabiendo que son mías, parciales, subjetivas.

ETA ha optado de nuevo por la muerte, la amenaza, el terror. Por las quemaduras dolorosas de Gabriel, por el miedo atroz de Juan Carlos y su familia. Es la inicua ley de la fuerza. Dios mío, ¡cómo es posible que sean tan insensibles!

Pero ETA no justifica que desistamos de buscar la paz, de trabajar por la paz, de proponer caminos para la paz, de respetar propuestas que pueden desbloquear el camino de la paz, de arriesgarse e incluso equivocarse en favor de la paz, del entendimiento, de la resolución del conflicto vasco. Pues existe el conflicto, independientemente de que ETA exista o no, de que actúe o no. De ETA depende que siga habiendo o no atentados. Pero no podemos esperar a que ETA decida dejar de atentar, para buscar una solución al conflicto de este pueblo. ¿Cómo podremos lograr la solución? Parecía que todo el mundo, Batasuna y Gobierno español incluidos, estaban básicamente de acuerdo en el diagnóstico y el camino. Parecía que todo el mundo estaba de acuerdo mientras ETA no actuaba (y mientras no hubiera elecciones a la vista, dicho sea de paso).

Pero no podemos esperar. Llevamos demasiado tiempo esperando. No podemos esperar a que ETA decida dejar de actuar o desaparecer. Sería caer en su trampa, convertirse en rehenes suyos. Tampoco podemos esperar a que la derroten (llevamos demasiados años oyendo que la van a derrotar ya). Independientemente de que ETA se disuelva o no, e independientemente de que la derroten o no, debemos buscar razonablemente, humanamente, democráticamente, un marco de convivencia entre vascos, un marco de convivencia razonable entre el País Vasco y España. ¿Cómo se hace eso? Sólo hay una forma y todo el mundo lo sabe: como intentaron hacerlo en las reuniones de Loyola. No con la ley de la fuerza.

Pero, tras el fracaso de Loyola y ante las elecciones próximas, el Gobierno de Madrid ha optado de nuevo por la ley de la fuerza: por el aparato represivo, el frío cálculo electoral, la utilización arbitraria de una ley la Ley de Partidos que yo considero injusta (y la considera injusta muchísima gente poco sospechosa de simpatizar con el nacionalismo vasco, incluidos los obispos vascos e importantes personalidades del socialismo español). Directa o indirectamente, el Gobierno ha ordenado detener ellos mismos lo reconocen en privado, y hasta públicamente lo han dicho por ahí fuera en el extranjero, digo, ha ordenado detener a los miembros de Batasuna, por haberse reunido siendo un partido ilegal. Pero ¿no se ha estado reuniendo con ellos el propio Gobierno hasta hace bien pocos meses, en Loyola y después? ¿No era entonces Batasuna, según la ley de Partidos, tan ilegal como lo es ahora? ¿No se les exigí a sus miembros que hicieran política? ¿Y cómo podían hacer política sin reunirse? ¿Y no es injusto encarcelarles si no se les imputa un delito, sino el delito de militar en un partido político que dicen colaborar con ETA? Pero si ser de Batasuna es un delito de terrorismo por colaboración con ETA, ¿cómo sigue siendo un partido legal en Francia, y nadie lo persigue? Y si ser de Batasuna es aquí un delito de colaboración con banda armada, ¿cómo no se les ha encarcelado hasta ahora? ¿Y cómo no se detiene y encarcela a los ochenta o cien mil votantes de Batasuna, con ese nombre u otro, puesto que todos ellos estarían colaborando con banda armada? Pero todo eso, ¿quién se lo cree?

No. Por ese camino no vendrá la solución. La fuerza no traerá la paz y la convivencia. Llevamos años, siglos, milenios comprobándolo. ¿Qué es lo que nos traerá la paz? Todos estamos cansados de repetirlo, pero habrá que repetirlo hasta que se nos cambien la mente y los sentimientos, o simplemente hasta que consigamos acallar los mensajes de la fuerza y de la guerra. ¿Qué es lo que nos traerá la paz? El respeto y la compasión: el respeto mutuo, el respeto de la voluntad mayoritaria (la más mayoritaria posible) del pueblo, la compasión con cada persona que sufre.

Hace 2.500 años, Lao Zi, el sabio chino al que se le atribuye el asombroso Tao Te King, escribió: “Cuando dos ejércitos combaten, vence siempre el más compasivo”. Si hubiera respeto y compasión, no habría ejércitos y ni guerras. Y cuando hay una guerra, nunca vence la fuerza, aunque así lo parezca. La victoria de la fuerza es muy breve; sólo dura hasta la próxima guerra. Sólo el respeto y la compasión pueden vencer en la guerra. Sólo el respeto y la compasión pueden vencer a la guerra para siempre.

¡Que miremos con respeto! ¡Que cuidemos con compasión! Como los nardos se miran y respetan en la misma maceta, tan distintos como son. Como Dios nos mira y nos cuida. ¡Paz y bien! (Publicado el 11 de octubre de 2007)