Un hombre simplemente

Una amiga balear me escribe:

“Otro gran testigo de luz nos ha dejado: Don Arturo Lona, el obispo de los pobres. Aún lo recuerdo con sus pantalones vaqueros y su camiseta blanca, y el crucifijo de madera atado con una cuerdecilla al cuello. Le conocí en un encuentro de comunidades de base y su testimonio me marcó tanto que aún está presente.

Fue testigo de luz para los indígenas oaxaqueños. Recuerdo que nos contaban que subía a ver a los más ancianos y se sentaba horas con ellos platicando y que cuando ya iba a marcharse le decían: que lástima que tenga tanta prisa, a ver si viene otro día con más calma… Quizás habían estado 3 horas entre pláticas y silencios que a ninguno molestaban.

Es el obispo que nadie jamás lo vio como tal. Fue uno más sin más distinción que su propio compromiso. Ahora ya no es testigo de luz sino LUZ de la que nos rodea y ni nos damos cuenta”.

(Matilde y Lino)