Para la libertad

Para la libertad, sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas
mis venas
y entro en los hospitales, y entro en
los algodones
como en las azucenas.

Porque donde unas cuencas vacías
amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas
piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en
cada herida,
porque soy como el árbol talado
que retoño.
Retoño y retoñaré siempre a la vida.

(Miguel Hernández, 1910-1942)