En la inmensidad de cuanto existe
He hecho refluir mi conciencia hasta la periferia extrema de mi cuerpo para comprobar si no podría prolongarme fuera de mí mismo. He descendido hasta las más ocultas profundidades de mi ser, lámpara en mano y oído atento, para intentar averiguar si en lo más recóndito de la tiniebla que hay en mí no vería yo brillar las aguas de la corriente que pasa, si no escucharía susurrar sus aguas misteriosas que vienen de las más remotas profundidades y van a brotar quién sabe dónde. Y he constatado, lleno de espanto y embriagadora emoción, que mi pobre e insignificante existencia estaba inscrita en la inmensidad de todo cuanto existe y de todo cuanto deviene.
(Teilhard de Chardin, Escritos del tiempo de guerra, 1914-1918)